Por Marc Boher
Artículo escrito y publicado para IMPI magazine de marzo 2025
MÁS ALLÁ DE LA CONGESTIÓN DEL TRÁFICO, la entrega de última milla plantea importantes preocupaciones en materia de sostenibilidad. Un porcentaje significativo de las emisiones de CO₂ proviene del transporte de mercancías, lo que lo convierte en un factor clave en la lucha contra el cambio climático. Las ciudades se enfrentan al reto de equilibrar la creciente demanda de entregas rápidas con la necesidad de reducir el impacto ambiental. Como respuesta, tanto los gobiernos como el sector privado han comenzado a implementar estrategias basadas en tecnología para optimizar los procesos logísticos y mitigar los efectos negativos de la distribución urbana.
Desde el punto de vista financiero, la última milla representa un gran desafío en términos de costes para las empresas. Aproximadamente el 50 % de los gastos logísticos totales se concentran en este tramo final debido a los tiempos de espera, la dificultad para encontrar estacionamiento adecuado y las multas por paradas no autorizadas. Para abordar estos problemas, el sector se ha visto obligado a innovar, explorando soluciones que aumenten la eficiencia operativa, minimicen los costes y reduzcan su impacto en la movilidad urbana y el medio ambiente. Algunas de estas innovaciones incluyen la optimización de rutas mediante inteligencia artificial, centros de microdistribución y taquillas automáticas de paquetería.
Uno de los problemas más urgentes de la logística de última milla es el estacionamiento. Un informe reciente, Standardizing the Curb: Seattle’s Curb Data Journey, reveló que los conductores de reparto pasan hasta el 80 % de su tiempo estacionados durante las entregas. La falta de zonas de carga disponibles genera caos: estacionamientos ilegales, congestión por vehículos buscando espacio, desvíos innecesarios y multas frecuentes que afectan la eficiencia operativa. ¿Cómo se puede resolver? La tecnología ofrece soluciones tangibles. Los sistemas de disponibilidad de estacionamiento en tiempo real permiten a los conductores saber con antelación dónde pueden parar. Los sensores IoT instalados en las zonas de carga generan datos valiosos sobre el uso del espacio, y el reto está en aprovechar esta información de forma eficaz para tomar decisiones basadas en datos. Contar con información precisa y saber interpretarla permite una planificación estratégica que optimiza la movilidad urbana y la eficiencia logística. Por eso, la digitalización de las zonas de carga se ha convertido en una solución clave.
Un ejemplo destacado de digitalización de zonas de carga es el proyecto implementado en L’Hospitalet de Llobregat, una ciudad del área metropolitana de Barcelona. Los usuarios deben registrarse mediante una app móvil para obtener un permiso de estacionamiento en zonas habilitadas para carga y descarga. Este permiso permite a los operadores logísticos aparcar durante un tiempo limitado para realizar sus entregas sin riesgo de multa. Una vez estacionados, generan un ticket digital que valida el uso del espacio. Este sistema, ahora extendido por gran parte del área metropolitana de Barcelona, ha permitido una gestión más eficiente de las zonas de carga. Desde su implementación, se han emitido miles de tickets, lo que demuestra una fuerte adopción por parte de los usuarios.
L’Hospitalet también ha desplegado cámaras para automatizar la supervisión y recopilar datos precisos sobre el uso de las zonas, mejorando la planificación. Un vehículo equipado con cámaras, conocido como ScanCar, patrulla la zona capturando matrículas para verificar el cumplimiento. Las cámaras fijas envían alertas en tiempo real si un vehículo no autorizado ocupa una plaza o supera el tiempo permitido, lo que reduce la necesidad de que el ScanCar vuelva a pasar y mejora la eficiencia del control. Con 450 cámaras instaladas, el sistema ya permite hacer un seguimiento en tiempo real de la ocupación y generar alertas automáticas para los agentes.
Otro ejemplo se encuentra en San Sebastián, España, donde se están desplegando 700 sensores magnéticos para detectar infracciones de estacionamiento en tiempo real, garantizando el cumplimiento de las normas y optimizando la disponibilidad del espacio. El sistema cruza los datos de los sensores con los tickets digitales emitidos a usuarios registrados. Inicialmente, el proyecto se centrará en informar a los conductores sobre las restricciones antes de comenzar a sancionar. Se espera que este enfoque semi-automatizado mejore el cumplimiento y aumente la eficiencia de la gestión de las zonas de carga. Estos sistemas inteligentes agilizan la logística urbana y contribuyen a reducir la congestión y las emisiones. Con el tiempo, los datos recopilados podrían ofrecer información valiosa sobre los patrones de demanda de estacionamiento y ayudar a definir políticas de movilidad urbana.
Otras ciudades también han desarrollado estrategias innovadoras para abordar los retos de la última milla. En Hamburgo, un sistema de gestión del tráfico basado en IA da prioridad a los vehículos de reparto, reduciendo la congestión en horas punta. Londres ha promovido la creación de microcentros urbanos de distribución y la adopción de camiones eléctricos por parte de grandes empresas logísticas. Barcelona ha aprovechado los sensores IoT para optimizar la gestión del aparcamiento y digitalizar las zonas de carga, reduciendo significativamente los tiempos de entrega. En Tokio, una red de almacenes inteligentes con IA mejora la eficiencia de la gestión del inventario y minimiza los tiempos de expedición. Los Ángeles ha probado drones autónomos en programas piloto para evaluar su viabilidad en zonas urbanas densas.
Aunque los avances en vehículos autónomos y drones prometen revolucionar las entregas urbanas, su adopción a gran escala aún enfrenta importantes desafíos. Empresas como Amazon y Google han avanzado en pruebas con drones, pero las barreras regulatorias y de seguridad complican su implementación generalizada. Más allá de la tecnología, integrar estas soluciones en un entorno urbano ya congestionado y en constante evolución sigue siendo un reto.
Los sistemas predictivos basados en big data permiten a las empresas ajustar las rutas de entrega en tiempo real, reduciendo tiempos de espera y la congestión generada por los vehículos de reparto. Sin embargo, la fragmentación del sector dificulta su adopción masiva. Los grandes operadores logísticos utilizan sistemas propios, lo que complica la coordinación de una red urbana unificada.
También han ganado relevancia los microcentros urbanos. Estos pequeños almacenes, ubicados estratégicamente, permiten consolidar paquetes para reducir las distancias finales de entrega. No obstante, su gestión plantea desafíos como la accesibilidad, la regulación y la integración con otros operadores logísticos. Aunque las entregas en bicicleta o vehículos eléctricos son una solución prometedora, el transporte motorizado sigue siendo esencial, lo que refuerza la necesidad de contar con tecnología que regule y optimice su impacto en la movilidad. Además, el desarrollo de sistemas robóticos para la última milla podría complementar el trabajo humano y ofrecer alternativas más sostenibles.
No existe una solución única para todos los casos: el enfoque de cada ciudad dependerá de su cultura, normativas, capacidad de inversión e infraestructura existente. La clave para una buena gestión del aparcamiento y del espacio público reside en maximizar la eficiencia y automatizar el control. Podemos reducir la congestión del tráfico y mejorar la movilidad urbana a través de información en tiempo real y herramientas digitales que faciliten la toma de decisiones.
Implementar soluciones inteligentes para la última milla es un proceso complejo que requiere colaboración entre múltiples actores. Las administraciones públicas deben trabajar junto a empresas tecnológicas y operadores logísticos para garantizar la eficacia de estas estrategias. Además, es fundamental concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de la movilidad urbana sostenible y su papel en esta transformación. Con una estrategia bien diseñada, respaldada por datos y optimización del espacio público, es posible equilibrar la eficiencia operativa con la sostenibilidad ambiental, y convertir la logística de última milla en un modelo más ágil y eficaz para todos.
La logística de última milla está viviendo una transformación profunda. La tecnología ya está preparada, pero el verdadero desafío es que ciudades, empresas y ciudadanos adopten estas soluciones de manera coordinada y eficiente. El futuro del transporte urbano de mercancías dependerá de nuestra capacidad para innovar, regular con inteligencia y asegurar que las nuevas soluciones respondan a las necesidades de un ecosistema urbano cada vez más complejo.